domingo, 28 de noviembre de 2010

lunes, 22 de noviembre de 2010

El arte de no dormir.

Eran casi las 11:40 P.M., empezaba a impacientarme por no poder dormir. No acostumbro dormir cuando el sol invade el cielo con su luz, y en esta ocasión había tomado un descanso a las 2:30 P.M. y que obviamente había terminado en un profundo sueño, ése era el motivo porque ahora no pudiera descansar cuando realmente debía.

Decía, púes, que eran las 11:40 P.M. y no podía dormir. La computadora y la web eran una buena opción pero ya no quería estar de nuevo con la computadora, todo el día trabajo con ella que me empieza a fastidiar.
Leo dos libros a la vez, y por el momento no quería continuar con ninguno de ellos —los leo diario y en todas mis horas libres—, sólo quería descansar, sólo eso.

Desde hace quince días ya no duermo en mi cama (bueno en mi casa), mi habitad ha tenido unas modificaciones estos días. Precisamente ahí detuve mi mente, quise sacar una lista de el porque creía ahora que mi vida ciertamente ha cambiado o estaba cambiando. La verdad es que yo la quise cambiar.

Estaba sola en un cuarto que aún es ajeno a mí, digo ajeno, porque ningún mueble me pertenece, solo el espacio es mío. Quise estar sola, ahora lo estoy. Sin embargo —como dice Arjona— realmente no estoy tan sola. Dios siempre me acompaña.

Me doy cuenta que mi vida empieza a cambiar, porque, mi ropa ya no es la misma, también mis zapatos son distintos: tengo sólo un par de tenis y más de 10 pares de zapatillas (es que ahora ya camino sobre 9 centímetros); La mochila por una bolsa, lo que las libretas por una agenda, el cabello tambien es distinto; muchos cosméticos, perfumes, pulseras, aretes, cremas…

Ya no tengo cafés preferidos, ahora me encantan los restaurantes-bar., más amigos, más fiestas, más invitaciones, más diversión. He borrado muchos contactos en mi teléfono, pero he agregado el doble de nuevos amigos. Eran las 01:00 a.m., y todo me parecía genial. Realmente es muy bueno.

En la oficina; mucho trabajo, pero mucha responsabilidad, muchas ganas. Amo y me ama mi familia. Temporalmente vivo en otra casa, pero solo es por “la auto dependencia” que algunas veces todos queremos sentir. O el cambio que hay en mí.

Sentí miedo, pero ahora sé que solo es una reacción sensible a una situación desconocida. Hoy conozco algo más que no sabia. Disfruté mi miedo, mi dolor, mi pena, mi angustia, porque cierta estoy, que no volveré a sentir el mismo miedo por la misma cosa.

domingo, 14 de noviembre de 2010

sherezada a travès de Allan Poe

EL GATO NEGRO.

No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma. Mi propósito inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no intentaré explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barrocos. Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y efectos naturales.
Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. La ternura que abrigaba mi corazón era tan grande que llegaba a convertirme en objeto de burla para mis compañeros. Me gustaban especialmente los animales, y mis padres me permitían tener una gran variedad. Pasaba a su lado la mayor parte del tiempo, y jamás me sentía más feliz que cuando les daba de comer y los acariciaba. Este rasgo de mi carácter creció conmigo y, cuando llegué a la virilidad, se convirtió en una de mis principales fuentes de placer.

[...]

jueves, 4 de noviembre de 2010

Espero curarme de tì. J. Sabines.

Para mì Mariposa Traicionera.




"... vuela mi amor, vuela cerca del sol, para que veas lo que es dolor... ay ay amor ya no regreso contigo..."

Alusión a los cabellos castaños.

Así como fui yo, así como eras tú,
en la penumbra inocua de nuestra juventud
así quisiera ser,
mas ya no puede ser.
Como ya no seremos como fuimos entonces,
cuando límpida el alma trasmutaba en pecado
al más leve placer,
Cuando el mundo y tú eran sonrosaba sorpresa.
Cuando hablaba yo solo dialogando contigo,
es decir, con tu sombra,
por las calles desiertas,
y la luna bermeja era dulce incentivo
para idilios de gatos, fechorías de ladrones
y soñar de poetas.
Cuando el orbe rodaba sin que yo lo sintiera,
cuando yo te adoraba sin que tú lo supieras
-aunque siempre lo sabes, aunque siempre lo sepas-
y el invierno era un tropo y eras tú primavera
y el romántico otoño corretear de hojas secas.
Tú que nunca cuidaste del rigor de los años
ni supiste el castigo de un marchito ropaje;
tú que siempre tuviste los cabellos castaños
y la tersa epidermis, satinado follaje.
Tus cabellos castaños, tus castaños cabellos
por volver a besarlos con el viejo fervor,
vendría yo la ciencia que compré con dolor
y la tela de araña que tejí en sueños.
Así como fui yo, así como eras tú,
en la inconciencia tórrida de nuestra juventud,
así quisiera ser,
mas ya no puede ser…

Renato Leduc.

Llego la muerte.

Un esfuerzo muere. La muerte hizo de las suyas y se lleva mi paraíso.
Hoy siento miedo de escribir, las últimas letras que aún flotan en lo que fue un paraíso. Diez palabras, solo diez. Han matado a miles acá escritas. Ojala sólo hubiesen sido las palabras; las forzadas, la sinceras, las odiadas, las alabadas, las de amor, las de odio, de corazón, de humildad, las sencillas, las que dicen mucho, las que no dicen nada, las que tienen faltas de ortografía… Mis palabras.


No mueren solo ellas, también muere un sentimiento. Maldita calaca, algo mió se llevó.


Diez palabras. Sólo puede responder: Gracias. No tengo aliento. Por primera vez sentí en dos el corazón. Estaba como un coco con agua fresca, su carnita era tierna y con diez palabras en forma de machete lo partieron en dos. Ay!! Mi corazón como me duele, cada vez que palpita me duele el machetazo.


Mañana seré feliz. Pero hoy las palabras mueren, el sentimiento calla, mis dedos le lloran por no poder escribir más. Con demasiado cuidado hoy escribo el último pensamiento que me queda: “cierta estoy, que en ningún pensamiento existo y que ni en un recuerdo quedo”.


He revisado éste escrito más de 11 veces, creo no tener ninguna falta de ortografía. Demonios que importa. Al fin de todo solo quería decir: Mis palabras hoy mueren. Gracias.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails