viernes, 15 de octubre de 2010

Para mi comall y su olvido...


“Es tan corto el amor y tan largo el olvido”, así quiero platicar hoy contigo. Tu allá y yo acá, pero platiquemos de esa mal tan grande que es el olvido y que se obtiene de una maravilla que es el amor.

El olvido (del Latín oblitus) de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española es la falta de memoria o cesación de lo que se tenía de una cosa. Cesación del cariño que antes se tenía. Descuido de una cosa que se ha de tener presente."

La Real Academia, hoy nos quiere hablar de olvido, y puede hacerlo, pero respecto del olvido de memoria de un enfermo, y como quisiera ser hoy una enferma de memoria, para olvidar todo y hacerme la loca de una confusión —así como lo estas hoy comadre— y que mi mente se quede detenida en esos momentos de amor, de besos, de cariño, de pasión que hemos vivido.

La Real Academia, se atreve a formar una definición de olvido, sin que ella haya sentido recorrer sus manos de mi hombre por su espalda, sin que ella haya sentido sus dulces besos de amor, sin que haya sentido ese alboroto en la panza cuando nos prometíamos amor.

Y es que después de que existen las promesas entre dos personas, sentimos que podemos contra todo y contra todos, después de que alcanzamos un grado máximo de felicidad (posiblemente habrá más en la vida) con el ser amado, nos sentimos fuertes, bajo los efectos de una droga mixta —estimulante y depresiva— primero nos alucinamos, sentimos que viajamos por unas naves hacia nuevos sueños, que nos hacen sentirnos capaces de detener el mundo con un dedo; después de ese viaje al infinito, nos genera un segundo efecto, EL DEPRESIVO, ese maldito efecto de pesar o saber que todo ha terminado, y nos encierra en circulo viciado que nos confunde con volver a probar las miles de sus besos. Es ahí mi querida comadre cuando uno quiere invocar el olvido.

Tú, que has amado y aseguro que fuiste amada, hoy te sientes confundida por el amor, te revolcó el amor, pero no te mato. Así que mientras buscas una respuesta frente a tu computador, en un mundo virtual al que le has dado varias horas de tu vida, quiero hacerte saber que no eres la única que hoy busca las “instrucciones para olvida”.

Hoy me uno a tí — si me lo permites comadre— para revelarnos en contra de la Real Academia y exigirle pronto “las instrucciones para olvidar”, “un breve manual para confusiones de amor”. Entonces así, podríamos decir gracias Real Academia, que me has acompañado durante toda mi primaria, secundaria y la vida de amor que es tan complicada.




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