sábado, 10 de julio de 2010

Carta a mi Abuelita.

Ahora puedo escribirte a ti, Abuelita, porque mientras te ubicas en la casa de Dios, pensé que fueron suficientes los 30 días que han pasado desde que te fuiste. A lo mejor la carta llegue después de dos días, como eres nueva van a tardar en encontrarte.

Abuelita, perdóname si no lloré como todos en tu entierro, pero tú sabes ahora mejor que nadie que ya me cansé de llorar, y que el llanto no es la maquina del tiempo (la que te decía de pequeña que yo inventaría), las lagrimas no regresan el tiempo, ni devuelven las cosas y tampoco te darían la vida de nuevo, pero la verdad, es qué aún me duele el pecho y garganta de resistir ahí esa presión que hacen las lagrimas y gritos cuando quieren salir.

Estaba consiente que algún día te ibas a adelantar en ese viaje y que nos ibas a dejar aquí en este mundo, pero me sorprendiste, te fuiste muy rápido que aún no lo creo.

Dice mi padre que desde que nací, todos decían que sería tu retrato. Cuando tenía 4 años (edad dónde se empiezan a crear los estigmas de la vida), todos me llamaban por tu nombre en diminutivo “Lolita”, después una de mis tías dijo que me parecía más a tú madre, y tú dijiste que sí que era igualita a ella, así que a los 7 años me decían “Quetita”, El caso es qué me heredaste muchas cosas tuyas junto con tu madre. No me heredaste joyas, ni casas, ni dinero, sino lo mejor de ti: me heredaste tus ojos, la frente (bisabuelita), los labios, las cejas, la risa, la voz, pero lo mejor fue tu corazón, aún qué sea tan débil y tan tonto, pero eso fue lo mejor de ti.

Sufro mucho por tú partida, yo quería que tú vida fuese distinta, que mi abuelito no fuera tonto para abandonarte, pero qué culpa tenias tú abuelita, si tu corazón solo tiene espació para un amor y el amor de mi abuelito fue muy cobarde.

Cuando té vi en tu camita acostada como cuando dormías, no podía creer que solo era tu cuerpo. Creo que los sueños de amor por mi abuelito te arrancaron el alma y por eso nos abandonaste.

A veces siento que me gritas y luego te imagino en tú silla bordando tus pañuelos, a veces como qué escucho tu risa. Yo sé de qué moriste, fue de amor, sí fue de amor por mi abuelito, y no me mientas porqué recuerdo la carita de muñequita que ponías cuando te hablaba de él.

Ya te fuiste y me dejaste ese corazón —tú me lo dijiste— que era igualita a ti de tonta jajaja, me diste muchos consejos qué parecías una muchacha de 20, pero te agradezco mucho que me quieras tanto. Yo siempre pensaré en ti te lo prometo, y nunca borrare tu imagen de mi mente.

Cuídate abuelita, pórtate bien ahí, y si puedes contestarme mi carta, cuéntame como es el paraíso, porqué yo ya lo quiero conocer, y más ahora que sé que estas solita ahí.

Habla con Diosito de mí, recomiéndame con él dile que soy buena y que he porto bien, que me cuide mucho y que no me hagan sufrir, tú abuelita intercede por mí ahí, que yo intercederé por ti acá…



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