martes, 6 de abril de 2010

Él nos mira

El fin de semana pasado, para ser exactos el viernes dos de abril, se celebró para nosotros los católicos el Viernes Santo. Hubo una representación con jóvenes del pueblo del encuentro de Jesús y María, bueno también se realizó el Vía Crucis, pero lo que quiero contar es del sermón que dio el Señor cura, cuando se realizó el “encuentro”.

Primero, quiero que sepan que cuento esto porque me pareció muy importante, además porque los sermones del Señor cura de mi pueblo, no son como todos los demás. Él nos relató una historia que a mí me contó mi padre hace cinco años, y por eso me fascinó volver a escuchar y sobre todo, soy sincera, entendí el mensaje de otra manera.

El Señor cura nos dijo que para un mejor entendimiento, sobre como es el amor de Dios y como debemos encontrarnos nosotros con él, nos relató:

“Había una vez, dos hermanitos que deseban visitar a sus abuelos en unas vacaciones, entonces les pidieron a sus padres que los llevaran a ver a sus abuelos y los dejarán quedarse unos días con ellos. Los padres aceptaron, además porque les pareció una buena idea que sus hijos quisieran ir a visitar a sus abuelos.

Los abuelos vivían en un ranchito, lejos de la ciudad, y su casa era muy bonita, porque estaba en el campo, había: ríos, árboles, flores, bosque, campo, pajaritos, etc. Todo era muy bonito además que los abuelos, como muchos de nuestros abuelos, tenían sus animalitos, ya saben, gallinas, patos, caballos etc. Los abuelos cuando llegaron sus nietos que eran un niño y una niña, los recibieron con mucho cariño. El abuelo se llevó a su nieto a un cuarto que tenia afuera de la casa y donde guardaba cosas viejas, mientras la niña ayudaba a su abuela con la cena, el abuelo le dijo a su nieto —te voy a regalar algo que he conservado desde hace mucho tiempo— y sacó de una caja que tenía en el cuarto de cosas viejas, una resortera, el abuelo la había comprado desde hace mucho y esperaba un día como ese que sus nietos llegarán y pudiera regalársela para que jugaran en el campo.

El niño emocionado con su resortera, al día siguiente, se puso a practicar su “tino”, pero él no le pegaba a nada. Siguió practicado varios días, hasta que en una ocasión, jugando con la resortera, le pegó a un pato de su abuelita, y lo peor era que ese pato era el consentido de la abuelita. Cuando se acercó al pato, el pato estaba muerto, y cuando se dio cuenta, su hermanita lo había visto, pero ella solo se rió y se metió a la casa de sus abuelitos. El niño asustado por lo que había hecho, escondió al pato y tiró la resortera.

En la cena, la abuelita les dijo que quien de sus nietecitos la ayudaría a lavar los trastes, la niña dijo: — mi hermanito tiene ganas de lavar los trastes abuelita—, y acercándosele en el oído del niño le dijo, “acuérdate del pato hee”, y pues el niño aceptó lavar los trastes. A día siguiente la abuelita nuevamente dijo que quien de los niños la acompañaría a la ciudad a comparar las cosas de la comida y la niña nuevamente replicó: —mi hermanito que dijo que él quería ir a la ciudad—, se acercaba a su oído del niño y le decía “acuérdate del pato hee”,y así por varios días la niña chantajeaba al niño, pero un día el niño molesto y enfadado por lo que su hermana le hacia, fue con la abuelita y llorando le dijo: “abuelita, yo maté a tu pato, perdóname, pero fue un accidente, no te enojes conmigo, yo se que lo querías mucho, perdóname abuelita”, la abuelita con una sonrisa le dijo “ yo ya sabia que habías matado al pato, te vi por la ventana, y ya te había perdonado, si es verdad que quería a mi pato, pero te quiero más a ti, solo quería ver hasta cuando ibas a dejar que tu hermanita te chantajeara, cuando me ibas a decirme tu la verdad”.

El señor cura nos dijo que así es Dios, él nos ve por la ventana del cielo, él sabe todo lo que hacemos, y nos perdona siempre, desde antes que nosotros vayamos a él a confesarle nuestro arrepentimiento, solo que él nos espera, siempre espera a que nosotros vayamos y le digamos, “Señor, hice esto o aquello, pero perdóname, me arrepiento ya no quiero seguir siendo chantajeado por el mal, ya me cansé de vivir este sufrimiento”, Dios ya nos ha perdonado, pero él quiere que nosotros le digamos nuestros males, tristezas, penas, pecados, angustias, Dios ya las sabe, pero nada más, esta viendo como nos dejamos chantajear por el mal.

Yo, Señor sabes que no te ocultó nada y que no dejó que el mal me chantajee, Yo amo a mi Dios, a mi familia, a mis amigos y a TI.


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