miércoles, 28 de abril de 2010

En la terminal del ADO...

Ahí sentada en la sala de espera del ADO, con muchas ganas de esperar no sé qué, o tal vez esperando nada, pero ahí, ahí estaba yo. Con mis audífonos enchufados de mi oreja hasta mi móvil, escuchando las canciones que me gusta oír cuando estoy sola. Puede darme cuenta que me estoy quedando en un reloj de arena que no avanza, que mi mente se estanca en mi infancia. No sé como olvidar, no sé como avanzar.

Eran las 4 AM y ahí en la Terminal del ADO, esta yo, solo yo, con un montón de salobre que corrían en mis mejillas, y no me daba cuenta de que lloraba, solo oía a lo lejos que alguien cantaban “…Cuando ya de tu orgullo, no te quede ni gota/ y la luz de tus ojos se comience a apagar;/ hablaremos entonces del amor de nosotros/ y sabrás que mis besos, los que tanto desprecias/ van a hacerte llorar…”.

Al escuchar la siguiente salida, reaccioné, y puede darme cuenta de la locura que me envolvía, que estaba sentada en la Terminal del ADO, pensando en ti. Solo esperaba a que amaneciera, para poder partir de ahí, pero me gustó la madrugada y la sala de espera en dónde en realidad nadie espera nada, —me gustó— para pensar más en ti.

Ahí en la Terminal del ADO, estaba yo, sin boleto, sin destino, sin ningún andén en donde abordar un autobús que tuviera por destino tu olvido. Estaba sentada recordando mis momentos contigo, como una película en mi cabeza pasaban esos años a tú lado, y lloraba, mucho lloraba porque poco falta para que olvides mi nombre, cuando yo no puedo olvidar ni un cabello tuyo. El reloj pasaba sus manecillas después de las 5 AM, y tuve que marcharme de ahí. Salí a las calles que alumbraba una luna llena del mes de abril — tal vez la última ¬¬—. Aún pensaba en ti, que como le hiciste para olvidarte tan rápido de mí, pensaba sin me extrañabas por lo menos un 10% de lo que yo a ti.

Llegué al parque del “Llano”, y me senté de nuevo, a esperar el camión, pero la gente me veía con asombro mientras con sus deportivas ropas se ejercitaban. Yo creo que aún lloraba —con reserva— una lágrima tras otra y así hasta que dejaron de escaparse de mis ojos. Pues una pregunta vino a sustituir las lágrimas, ¿Cómo olvidar?, como olvidar, si todo me recuerda a ti: un carro, una calle, un coche, un lugar, una risa, una voz, un libro, unas letras, un restaurante, una comida, una bebida, una lección, un cuento, un teléfono, un poema, una persona, un olor, una canción… muchas canciones tal vez, y en mi oído sonaba ya “… y aunque quiero olvidar, se me olvida que no puedo olvidarte…”.

Pero como se le hace para olvidar, como se le hace para que no duela el sentirse olvidada, como le hiciste tú para desaparecerme de tu vida, como le haces para no extrañar.

El crepúsculo apareció, y nunca había visto a la luna con tanta envidia como esa madrugada, la envidiaba porque ella te veía durmiendo, porque puede cuidarte desde ahí, porque tú la puedes ver y sabes que ahí esta, y a ella jamás la olvidarías, —envidié a la luna— por su mancha en forma de conejo que todos la admiran, por ser tan blanca y brillante, por ser tan inalcanzable, por ser única, y por que tú la quieres y le cantas, porque la admiras y la buscas.

Ahora no estoy en la Terminal del ADO, ni en el parque, ahora estoy aquí, jugando con mis muñecas, esperando de nuevo la noche para irme a casa de madrugada…

1 comentario:

  1. Me guto, pero no cabe duda k te tas volviendo loka... saludos desde aki

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se dice que:

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